Por su naturaleza, los abogados no son de los profesionales que más poseen habilidades blandas.

Sin importar la relevancia que tanto empresas como estudios jurídicos le están dando a este concepto cuando buscan un abogado, muchos de ellos se presentan o estereotipan como personas frías y hasta calculadoras.

Y es al menos curioso que sean estos abogados que llevan décadas ejerciendo y que se sienten orgullosos de ser “fríos y hasta calculadores” quienes hoy exijan un amplio espectro de habilidades blandas en quienes serán sus colaboradores legales.

¿Qué entendemos por ellas? He llegado a la conclusión de que, más allá de las definiciones que podamos encontrar en la literatura especializada, estas habilidades están conectadas con aspectos emocionales de la persona: sus valores, sus convicciones, su formación y personalidad. Generalmente son innatas. Por ello, es difícil transmitirlas, a diferencia de las habilidades duras, que son fáciles de enseñar y medir; y que en el fondo son los conocimientos necesarios para desarrollar un trabajo.

“(…) Mientras que las habilidades técnicas o duras son necesarias para generar oportunidades laborales, al causar una buena impresión en las entrevistas de trabajo y conseguirlo, las habilidades blandas o sociales son esenciales para retenerlo” , dice un apunte del Ministerio de Justicia del Perú (p.9).

Pero veamos ejemplos concretos. Se consideran habilidades blandas la empatía, la capacidad de trabajar en equipo, ser “criterioso”, saber expresarse, tener capacidad de adaptación, ser capaz de mantener el temple ante un problema.

También entran en la calificación ser o haber sido un líder positivo, ser capaces de generar confianza, tener habilidades de negociación y tener genuino interés por ayudar. Porque cuando se trata de atraer y mantener un cliente, la capacidad de gestionar las emociones de ese cliente es vital, así como lograr desarrollar lazos profesionales y comerciales profundos con los pares.

A nosotros como reclutadores, nos resulta obvio qué se entiende por habilidades blandas, aunque no negamos que el concepto es algo etéreo. Y si bien no está definido en forma ortodoxa, para nosotros es fácilmente identificable, y me atrevería a decir que reconocibles en forma temprana en un postulante: desde cómo saluda, se sienta o responde una pregunta. Son “la marca personal del postulante”.

Dicho lo anterior, muchos de ustedes se preguntarán, aparte de la entrevista personal, test psicológicos, y otro tipo de tests, ¿cómo es posible deducir las habilidades blandas de la simple lectura de un curriculum?

Antiguamente, en forma no intencional, se reservaba el apartado “otros” de un curriculum a una serie de virtudes, hobbies o gustos del candidato, de los cuales se podían deducir estas habilidades, lo cual se hacía casi con el objeto exclusivo de sumar hojas.

Hoy la tendencia ha evolucionado a darle un lugar casi similar al de los logros académicos, en el cuál se describen las habilidades ejercitadas en un determinado trabajo, qué desafíos se encontraron, y logros y enseñanzas obtenidas.

Sin perjuicio de lo anterior, siguen existiendo estudios jurídicos que sólo buscan contratar a profesionales de excelencia académica, sin importar sus características personales, pero ya son los menos.

Hoy se busca una combinación entre excelencia académica y capacidad para construir relaciones buenas y perdurables.

Los estudios jurídicos y empresas necesitan de abogados que les ayuden a ganar clientes y mantenerlos en el tiempo, como también cultivar relaciones positivas con sus compañeros de trabajo.

Idealis